sábado, 22 de mayo de 2010

Textos a partir de la fotografía tomada a Charles Baudelaire por Étienne Carjat.


Baudelaire, por favor, necesito que me maldigas
déjame ser tu novia maldita
no interesa que tengas ridículas corbatas
ni que tus entradas aumenten cada día más.

Por favor, por lo menos déjame ser tu amiga maldita
o cualquiera sea el vinculo que nos una
lo necesario es que le agregues aquel adjetivo
que tanto me gusta.

Si me maldices, podré algun día tener
la misma mirada que tú
aquella que al entrar por mis pupilas
me congela la sangre
y quizás, posea tus labios apretados
que parecieran estar a punto de decir algo digno de arrepentimiento.

Si lo haces Baudelaire, te pagaré una puta
te invitaré a un bar o lo que tu quieras.
Pero por favor, permiteme ser tu novia,
tu amiga o por lo menos tu perra maldita.


Andrea Mistretta

Foto con Baudelaire

Después de que le sacaran la fotografía, Baudelaire se levantó airado del bar en el que había estado consumiendo su tiempo en tibios sorbos de alcohol. Rompió la botella y con el gollete hirió al fotógrafo. Este alcanzó a sacar una última fotografía más antes de desplomarse inconsciente al suelo. Los concurrentes del bar miraron la escena apenas sobrecogidos, no les interesaba perder su tiempo con esa riña; prefirieron perderlo de otro modo.

Baudelaire salió corriendo hacia la calle. Con el gollete lleno de sangre, aún en la mano, comenzó a proferir blasfemias contra el mundo, moviendo las manos a diestra y siniestra a la vez que de tanto en tanto lanzaba chillidos agudos como de bebé angustiado. Un círculo de personas le rodeó para entretenerse un momento. Baudelaire gritaba:

-¿Qué hacen ahí, corderos de dios? ¿En qué humillan su tiempo? ¿Cómo desgastan mi oxígeno alimentando su ignorancia? No son más que un puñado de jirones marchitos, un espectáculo con olor a gangrena sacado del patio de atrás… ¿Y qué harán ahora? ¿Van a rezar por mí? Pues bien, sus rosarios son como bolas chinas de mera autocomplacencia.

El grupo de personas que observaba a Baudelaire rió de forma estrepitosa con sus palabras. Tanto así que le aplaudieron con emoción. Pronto llegó la policía y procedió a reducir a quien hirió de muerte al fotógrafo. Baudelaire intentó defenderse con el gollete pero los golpes policiales fueron más fuertes. Dentro de la patrulla Baudelaire se percató de que le estaban sacando más fotografías. Miró por la ventana y pudo ver al fotógrafo que estaba arrastrándose por la vereda, dejando una línea de sangre, el cual con su cámara decía con una sonrisa:

-¿Y qué haces ahí, cordero de dios? ¿En qué humillas tu tiempo?

Baudelaire dejó su cámara a un lado y se tocó el cuello. Sintió que su herida dejaba gotear sangre aún tibia.
Rodrigo Torres Quezada

1 comentario: